martes, julio 5

Día 28 – Una que me haga sentir culpable.

Procuro no escucharla. Principalmente porque alguien me la dedicó y a mi me pareció muy tierno: a mi siempre me parecen las cosas que no son. En esa oportunidad me estaba diciendo algo como “atrevido, guache, atarván” y cosas por el estilo pero yo estaba tan feliz que no pensé nada más. Me dedicaban una canción, a mi, merecedor de un par de cachetadas en la vida y ahora esto otro. Ni cuidado le puse a la letra, me limité a sonreír y, como es usual, a mi torpeza la siguió un intento de abrazo que dejó frío a más de uno, todos mirando y burlándose de la situación y del poco sentido común que tengo yo, a veces, pero no importaba, porque ella miraba con pucheros y hacía gestos y bufaba y eso me parecía un acto de apareamiento como los que veía en la televisión, como si fuéramos esos animalitos, como un perro dedicándole un aullido a la luna simplemente para descargarse los testículos en un acto tan sencillo y tan lejano al amor.


El cuento es que a pesar de mi mismo terminamos cuadrados con ella. Le contaba esa misma anécdota siempre cambiando algo, haciéndola más trágica porque yo era un héroe, o ella me miraba así y yo actuaba como tal, siempre enamorada de como decía las cosas y sin importar que yo hubiera actuado como un completo idiota. Una vez, entre muchas veces, tirados en un bar en un sitio muy lejano de acá, en otro tiempo todavía, estábamos los dos con unas cervezas en la mesa y otras más por ahí distribuidas en el cuerpo cuando comenzó a sonar y entonces ella la cantó, y yo la acompañé y me di cuenta de la brutalidad, del accidente ese de estar con ella cuando me había mandado decir con tres tipos todas esas cosas horribles que a la larga jamás le cumplí. Esa noche terminamos, fue algo más bien calmado y sin rencor: ella se quedó con la cuenta y yo con la canción.




1 comentario:

  1. Esa canción da bien duro. A todos nos pasa. Y nos pasa estar en ambas posiciones. Así es esto del amor, solo que aunque lo sabemos, no lo podemos manejar. Pero insistimos. Y hay que insistir.

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