jueves, mayo 26

Día 09 – Una canción con la que pueda bailar.

Difícil. Yo no sé bailar. He topado con gente en la vida que me ha tenido la paciencia suficiente para querer enseñarme o el cariño para que no le importe. Desde pequeño siempre le he huido a algunos ritmos, siempre me fijaba como en algunas películas la gente bailaba de una manera que no tenía ninguna ciencia: balancearse de aquí para allá, moviendo las manos y agitando la cabeza, y con los pies parándose en puntas como si estuviera en una de esas máquinas que la gente compra porque les aseguran que van a bajar de peso. Eso, ese movimiento cansino y hasta de mal gusto para mi era bailar, y lo era porque me parecía sencillo.

Recuerdo que una vez intentaron enseñarme a bailar champeta. Sí, éste cuerpo decadente tratando de moverse a ese tipo de música. Siempre se puede decir que es posible pero sin ropa, o algo así. Esa noche le saqué la piedra a alguien, cosa que cogí de costumbre y no solamente por no saber bailar. Escuché El Gato Volador unas veinte veces, y me terminó gustando.

En una fiesta, recién salido del colegio, a ritmo de Eddy Herrera una desconocida aguantó la cantidad de pisotones que le di, los rodillazos que le metí, porque sintió compasión de mi al ver que duraba sentado toda la noche con mi corbata y chaleco y un trago de no se qué en la mano. Creo que le pegué a ella más veces de las que he pegado jugando fútbol, que a pesar de lo que usted pueda pensar son muchas. Ella simplemente sonrió porque sabía que se había acabado de ganar el cielo.

No me gusta la rumba, pero es más que todo por envidia. En la universidad salía siempre a los bares estos donde sonaba mucho "rock" (que no era tanto porque eran siempre las mismas canciones) y entonces uno gritaba un verso de la canción y cumplía. Todos felices socializando y haciendo muecas desesperadas tratando de comunicarse con el otro gracias al volumen de la música (que nunca era el deseado) y uno asintiendo con la cabeza solo para que el otro supiera que sí, que uno lo estaba escuchando. Muchas noches me la pasé así, huyendo de fiestas y demás para no hacer el ridículo, y me iba bien, me disfrazaba de amargado y ya, la gente no se metía conmigo y no jodía la vida. No me invitaban a nada pero se sorprendían cuando me les pegaba a algo, pensaban que mi presencia significaba que tal evento era muy importante.

El ridículo vino después.

Parecía algo sin importancia, y pensaba que moverme al son que me tocaran sin saber cómo hacerlo era algo gravísimo, pero mire que no lo es tanto. La otra noche mientras yo hacía mi usual mala cara una mujer, divina ella, se me acercó bailando para que yo me moviera, y no lo hice. No fue por pena sino por pura intimidación. Ella, que no tiene ni idea que la estoy nombrando, se movía de una manera que no se me va a olvidar. Lo primero que pensé era que parecía un castillo de naipes, el vaivén de su cuerpo y la rapidez de sus piernas y yo sin poder hacer nada más que mirarla, que sin importar si hacía algo o no eso se iba a caer, todo, y se iba a desbaratar. Claro, como era obvio le saqué la piedra porque pensó que yo era un amargado pero no es cierto, no lo soy. No tanto. Más que eso soy un impedido a la hora de moverme, pero luego de esa vez lo intenté un par de veces y aunque no me gustaría verme en videos o en fotos me pareció algo muy sencillo siempre y cuando uno deje tantos prejuicios. Y no me parece que hacerlo sea ridículo, pero si dejar de hacerlo por puras pendejadas.

Hay un libro llamado "Los Tipos Duros No Bailan", el cual en un párrafo que me sabía de memoria decía que los hombres poderosos no tenían necesidad de bailar con sus mujeres. Pura mierda.

Pero bueno, esto no se trata de eso sino de la canción con la que podría bailar, que no es una sino muchas. Voy a dejar una que aparte de gustarme bastante me da una curiosidad tan grande, porque es uno peleando con esas ganas de salir a "azotar baldosa" mientras la letra dice que una niña llora, y que llora a toda hora.


No solo dice eso, sino que uno sufre por esa gitana y esa gitana por otro llora.

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