martes, mayo 17

Día 2 - La canción que menos me gusta.



No lo meto en el listado porque lo odie, ni nada de eso. Ni que me guste su música, o lo que sea: cada uno es libre de perder el tiempo como quiera, y de admirar al que le dé la gana.

El problema es una canción de 2002 que me ha seguido los pasos de una manera algo extraña. Una novia metalera (de esas de antes, las mechas largas y sueltas, con el cabello algo ondulado [que portaba ORGULLOSA, no como ahora que se peinan y planchan y todas esas maricadas], que sonreía por cualquier cosa, que cantaba vallenato con dos cervezas en la cabeza, que odiaba muchas cosas más por mantener esa identidad con sus amigos que por otra cosa, la que decía generalmente "ufff" una vez cada tres oraciones, que carcajeaba gagaga y no jajaja, de esas que metía marihuana a escondidas de la mamá, que se vestía toda de negro y que tenía siempre jeans [así fuera en forma de chaleco], que no sabía que el año dos mil había llegado ya: sí, una de esas) me terminó con una carta que en su último párrafo contenía la primera estrofa de la canción. A mi me dolió no por el detalle de terminar conmigo sino de usar esas palabras, como condenando su desatino.

Se llamaba Adriana, pero siempre le dije Rocío. Claro, hablo en pasado porque ya no la quiero, y eso duró solamente un semestre. Cuando íbamos a salir a vacaciones tuvimos problemas, mas que nada porque no se me daba la gana de salir con ella a acampar, a conciertos de cosas que no me gustaban, dónde su madre que odiaba a cualquiera que no cargara un crucifijo, cosas así. Los metaleros se hacían por antítesis, parece. También porque su casa quedaba lejos. Me daba pereza ir hasta allá y volver. Se cuadró conmigo en mi cumpleaños en frente a todo el mundo porque me regaló un beso. Seguro no sabía que más darme. Peleabamos entre clases y nos queríamos para hacer ejercicios, unos yo y otros ella. Todo iba bien, hasta que conocí a alguien que vivía más cerca. Y ahí fue.

Años después conocí a otra Adriana, una que hacía parte de RAC. A mi me da risa acordarme de eso. Era mi jefe en un lugar donde trabajé. A mi me gustaba otra pero me la pasaba más con ella. Conocí a su madre, a su hermana, su televisor y su inmunda colección de CDs. Cuando nos quedábamos solos ella ponía cualquier cosa y cantaba y yo esperaba a ver que pasaba. Nunca me dijo nada, pero me cantó muchas canciones y aprendí a odiar esa, la que puse hoy. "Habla del comportamiento típico de los hombres que aparentan siempre para aprovecharse de nosotras, que entregamos el corazón" dijo una vez. El Problema era que tenía razón: o yo que hacía allá. No me entregó su corazón pero me daba almuerzo, jugo, todo eso. Unas por otras.

Adriana terminó casándose con un tipo de RAC. Me mandó una invitación a mi correo en hotmail, por eso no le dí importancia.

La última vez que escuché esa canción iba acompañada de gemidos y gritos y algo que golpeaba en el piso. Seguro era Adriana pagándole una infidelidad a su esposo con esa canción, para que le doliera.

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