viernes, junio 10

Día 17 – Una que escuche a menudo en la radio.

¿Usted escucha radio?

Yo a veces para los partidos de fútbol. Yo qué hago, me gusta. Soy creyente, mas no fanático.
Otras por las noticias, los programas radiales por la mañana. Es un vicio que nació el mismo once de septiembre de dos mil uno. Ponía a ratos radioactiva hasta que en ese día el esposo de mi jefe gritó que habían bombardeado Nueva York, cambié de emisora y desde ahí, salvo un periodo corto, me volví oyente de W Radio. Esa vez hasta en radioactiva narraban los hechos del fin del mundo, todos aterrados por algo que sucedió en el país más importante, en la gran América.

Y mire que eso fue hace tiempo ya. Por esos días la gente se ocupaba mucho en hablar con la persona de al lado, porque el celular no estaba tan propagado como ahora, y solamente unos pocos usábamos audífonos la mayoría del tiempo. Esa cercanía, la solidaridad con el compañero de turno tomaba una forma rara de interacción, de conversación con desconocidos. Ahorita se puede, pero como muestran las películas: nace una conversación por apartes de una canción o algo muy genérico que uno trata de darle valor: que la serie esta de televisión, un filme de este otro tipo que me resultó interesantísimo. Es decir, uno pide un mínimo de cultura que conocida para poder darle al otro ese privilegio que es escucharlo a uno. Un tío que tengo se pega hasta de una mosca para conocer gente en cualquier ocasión. Eso ya no se ve. Ahora uno sale a la calle y todos somos tratando de comunicarnos con gente que está lejos, obviando al de enseguida. La comunicación existe pero se exagera en todos los sentidos porque ahora sí se lleva uno literalmente a un montón de gente encima sin reparar en los demás, esa obsesión por saberlo todo por un numero de contactos, que no son todavía gente siquiera, sin importar nada más. Estamos acostumbrados todos a que lo inalcanzable está lejos, o seguro pensamos de esa manera, que lo que vale la pena se encuentra a distancia y no a la mano. Recuerdo una de las primeras veces que usé el transmilenio, era tal vez el único con audífonos y me iba sonriendo y pensando que era invisible, comparándolo con estos días es lo mismo, pero ya los que tienen esos cables colgados de las orejas no son visibles sino que no ven, los de a pie son quienes se dan cuenta del mundo mientras los otros consideran que el universo, o lo único que les importa es algo que cabe en la palma de la mano. Y así vamos todos. Los que escuchan radio son los que van en el bus, los demás son tan sofisticados que no les importa pasar hasta mil veces la misma canción en solitario, sin importar su género. 

Es por eso que yo hace rato que no escucho una canción en la radio. Solía hacerlo, pero entonces uno ahora programa lo que quiere escuchar en el celular o en una página o en el ipad o el ipod o cualquier cosa, dependiendo de su capacidad (economica, intelectual, escoja usted) y es ahí, justamente ahí que se da cuenta que hay canciones que uno recuerda que por algún accidente escuchó en una emisora cuando esas cosas se usaban.
Así, mire:




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