martes, junio 14

Día 21 – Una que escuche cuando esté feliz.

La felicidad bien puede ser comer una hamburguesa y salir con las ganas de manejar toda una tarde y entonces esperar a encontrar un carro que tenga la actitud que uno quiera, luego de ahí, desde García, ir hasta Las Barrancas en ese Savanna pasando por el puente Gant, la ruta más larga, a toda velocidad sin importar que el auto se esté cayendo a pedazos de tanto chocarlo, sin importar que salga humo de su motor, que atrás venga la policía disparando y alertando que debe detenerse, que caiga la tarde y que el firmamento en el cielo parezca real, o uno quisiera eso, y que el tráfico no sea tan pesado como uno espera. 

Luego llegar a Bayside, darse cuenta que el Savanna no puede un kilómetro más y estrellarlo contra la primera casa que encuentre, tomar prestado un Stallion y atravesar Tierra Robada por la carretera un rato y otro por el desierto, sin prisa, sin ninguna preocupación aparte del clima que no cambia mucho, que no hay que cumplir un horario pues uno mismo llega al lugar que quiere pues se goza de una libertad, la única que puede uno tener sin otro riesgo a que lo persiga la ley, pero eso mismo tampoco es para tener miedo. Esa pequeña libertad que viene enfrascada en la ficción que le venden a uno y que se puede disfrutar con los pulgares y otros dedos, esas cosas que lo llevan a otro lugar a otro tiempo a otra realidad que es mucho más pequeña que la propia; una que puede hacer que uno sea un personaje cualquiera en una historia ajena, no acostumbrado a las cosas cotidianas sino sacándolo de ellas y tal vez ahí está su valor.






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Bonus tracks




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Se pueden ahorrar el: Claro, uno no es tonto. Que entonces cuente algo que uno hizo en un juego, perder el tiempo de esa manera, usted y yo: uno que pretende vender una experiencia viendo un televisor y apretando unos botones, como si fuera un animal, porquesqué usted no tiene vida señor y recurre a esas cosas y viene a tramar con esa postura fácil y entonces no se lo acepto, que no, porque si usted recurre a ello es porque su vida es aburrida y entonces no sabe bien que es la felicidad porque tiene que simularla, que está loco efectivamente porque no puede sacar cosas de la cotidianidad y contarlas acá, que no valora las cosas que le pasan ni es agradecido ni nada de eso, como no, tipo amargado y estúpido.

Es que es sencillo: la banda sonora sale exactamente de ese momento en ese juego de un sábado hace muchisímos sábados y desde ahí pues la tararea uno, la carga en el celular y la escucha porque, pues, ese es el humor que tiene esa canción para mí. Podría poner música de Jon Brion o Brian Eno o lo-que-fuera y explicar que a diario el celular suena con la parte que más me gusta de Empire Ants para pensar súbitamente que la llamada trae buenas noticias, lo que suele suceder, o que me gusta cuando habla uno con alguien y esa persona (ponga la que quiera: madre, hermano, amigo, moza, perro, gato) no pueda hablar de la risa es suficiente, o que el sobrino le diga que hace parte de la selección de su escuela de fútbol o ver al chiquitín escribir su nombre completo por primera vez sin soltar el lápiz ni dudarlo, o sentir que Enzo, ese amigo fiel desde el día uno viene saludando con la cola desde antes de abrir la puerta, o que este otro se graduó, o que esta otra tuvo una buena nota, o que mire esa oportunidad que se le presenta a alguien, o mire que se va de viaje para las estranjas, o que esta otra sale con alguien y se le siente F E L I Z, o que al de allá le celebraron, o que le hagan un cumplido a uno por cualquier vaina, o hacerlo y sacar sonrisas: es que en general uno vive contento, que no es felicidad propiamente, pero cuando uno está así pues que carajos, que hijueputas

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